«Si la narrativa en lengua española de los últimos años ha privilegiado la novelística y, en menor grado, el cuento, con soledad.piedra comenzará a reconocer que sus mejores cuentistas están aún por ser descubiertos y aclamados, como es el caso de Edson Lechuga.
«Lo cotidiano en su riqueza y alienación frente a una realidad contrastante, vertiginosa, incomprensible, que ofrece compensaciones de lucidez y gracia donde el viajero o el exiliado se modela a sí mismo en las diferencias.
«Así, el asombro y la conjetura surgen de cada uno de los cuentos de soledad.piedra: la fluidez intensa ante la compañía en la fugacidad y las mentiras cómplices; un telefonema intempestivo del otro lado del océano que entrega el círculo del tiempo (país, costumbres, figuras de infancia y memoria que proyectan certeza cruel y a la vez consuelo); el trance del suicida en un balcón de Barcelona que advierte a una mujer que le observa y emite su nombre; los amantes complementarios en los equívocos importantes; el sueño de los ojos abiertos o incertidumbre de la vigilia».
Sergio González Rodríguez
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