En Signor Formica encontramos al más sorprendente Hoffman, uno de los padres de la literatura moderna, que nos ofrece, con su magistral prosa, una historia en la que el amor y el arte, la ironía y el humor se reúnen para construir una novela tan apasionante y divertida como inolvidable.
El escritor, jurista, dibujante y caricaturista, pintor, tenor y compositor musical alemán E.T. A. Hoffmann nació en 1776, en la pequeña ciudad de Kiinigsberg (en la actual Rusia), en una familia mitad polaca, mitad húngara. Hijo y sobrino de juristas, su carrera administrativa le llevó, en un periplo de varios años, por toda la geografía de la antigua Prusia.
Sus relatos cortos de género fantástico, donde se mezclan el misterio, la magia y el horror constituyen lo más memorable de su creación literaria. Hoffmann consigue sumergir al lector en ambientes pesadillescos, abordando temas como el desdoblamiento de la personalidad, el mundo de los sueños o la locura, temática con la que influyó en escritores como Poe, Théophile Gautier, Victor Hugo, o el primer Dostoievski.
Los elixires del diablo, Las minas de Falun, Cascanueces y el Rey de los ratones, El magnetizador, Vampirismo, Opiniones del Gato Murr y El hombre de arena, su obra más famosa, constituyen piezas maestras del romanticismo oscuro o literatura de terror gótico.
Falleció en Berlín, en 1822, a la edad de cuarenta y seis años. En su tumba del cementerio de Kreuzberg, en la capital alemana, está impreso el siguiente epitafio: «Fue excelente como funcionario, como poeta, como músico, como pintor».
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