Roal Amundsen no descubrió el Polo Norte

Los once relatos que integran este libro son una excelente síntesis de las mejores virtudes de la literatura fantástica y de la humorística. Constituyen, de hecho, una revelación en el panorama narrativo actual. A veces crueles, a veces sarcásticos, a veces llenos de una ironía sutil, todos son piezas que arrancarán del lector una sonrisa de complicidad y, en ocasiones, una carcajada incrédula. Nada parece situarse, en estas fábulas, en los límites de lo previsible, de lo déjá vu. El autor se instala con una facilidad sorprendente en situaciones inverosímiles, construye geometrías imposibles con sus personajes, encuentra en sucesos insignificantes dimensiones cómico-metafísicas. Y todo esto en un estilo impecable y directo, que apela, sobre todo, a la inteligencia y al buen humor. Y así, de sorpresa en sorpresa, el lector descubrirá cómo un edificio inteligente opta por independizarse de la tutela de sus creadores; la venganza de un genio que ve cómo se convierte en urinario la lámpara que le sirve de habitáculo; fragmentos de un insólito Manual para la reforma urgente de la enseñanza militar en España; o la historia tragicómica de un joven poeta que, cuando niño, se escondía en un tanque congelador.