Un profesor gesticula. Se esmera. Intenta explicar los contenidos de un curso de nombre inaccesible, aunque llano: ¿Qué me hubiera gustado que me enseñaran hace 39 años cuando comencé mi vida académica en la Universidad de Valparaíso y nadie me dijo?¿Puede este nombre por sí solo explicar el curso?, se pregunta un alumno, ¿o más bien lo hará la concreción de la fórmula del profesor de que «la praxis crea las condiciones de su posibilidad»? Se interroga si esto equivaldría a «tanto va el agua al cántaro que termina por romperlo». Esto es como que se pregunte por qué no debe escribir párrafos de dos líneas, cómo se postula a una beca, cuál es la diferencia entre una tesis, un libro, una conferencia, una ponencia, una crítica, una recensión y una reseña. Solo la praxis creará la posibilidad de aclararlo. Mientras, el profesor sigue gesticulado. ¿Es válido -pregunta- escribir columnas de prensa? O cartas al director. Pareciera que el tema lo toca de cerca porque gesticula aún más. Al alumno se le ocurre una pregunta: ¿Es válido que el profesor escriba una carta al director de arrebatada y juvenil pasión cuando el equipo de fútbol que, con semblante adusto, sigue desde su niñez se salva del descenso en los minutos finales de un partido? Quizás, se responde el alumno, lo que en verdad quería el profesor con esa carta era tener a la mano, junto al abstracto «Pierre Menard, autor del Quijote», un ejemplo pedestre de la subjetividad e historicidad del lenguaje. Cuando el alumno, seguidor de la UC, dice «jugamos de local» dice algo muy distinto que cuando el profesor pronuncia las mismas palabras. Luego, el profesor aborda la motivación de dedicar su vida a la enseñanza e investigación y consagrar estas actividades a una Voluntad superior, y sus gestos desbordan las paredes de la sala. Porque esta dimensión sí que lo constituye como persona y como profesor. Es el lugar que él con pasión y humildad escogió en este, el gran teatro del mundo. Porque, tal como les dice con renovados gestos a sus alumnos al término de la clase, «esto es teatro. El que no ha entendido que la vida es teatro, no ha entendido nada». Ya pasaron 39 años. La función debe continuar.
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