Pocas veces el lector tiene la oportunidad de conocer y visitar larga y detenidamente el estudio donde el escritor fabula. Esta es esa oportunidad.
«Para estas crónicas he usado fragmentos, los de no-ficción, de novelas mías a cuyos personajes restituyo sus nombres reales. En ocasiones prevengo que por unas líneas volveré a los nombres ficticios porque tienen significado simbólico, metafórico: Esaú y sus lentejas, Abel… Otras, como al final de este libro, porque me abruma la primera persona al momento de escribir y busco el escudo lacedemonio con el que alguna vez pude entrar, si bien lluviosamente, porque siempre volvemos al peligro pasado, al dédalo en que acechan Minotauros, amados y ansiados Minotauros. Y firmar en la arena, donde las olas borran: Por siempre, tu Odiseo».
Luis González de Alba
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