Una auténtica joya del pensamiento estoico en la que, con delicado pero contundente estilo, Epicteto nos proporciona las claves para ser justos, humanos y, sobre todo, felices.
La vida, como sabemos, viene sin instrucciones para vivirla. El entorno, las imposiciones sociales, las esperanzas truncadas, las relaciones interpersonales nos conducen, en ocasiones, a transitar por la existencia desorientados, frustrados e infelices. Epicteto nos ofrece aquí una serie de sabios y clarificadores consejos para ordenar nuestras prioridades, eliminar los impedimentos y problemas, y dibujar una hermosa senda que recorra esto que denominamos vida.
Epicteto nació en el año 55 d.C., en la ciudad de Hierápolis de Frigia (actual Turquía). Durante su infancia llegó a Roma como esclavo del liberto Epafrodito, quien había sido uno de los secretarios de Nerón, donde recibió, financiado por este, una educación con el filósofo estoico Musonio Rufo.
Tras su manumisión, nombre que se daba en el Imperio romano a la liberación de esclavos, se trasladó a Nicópolis, en el noroeste griego, donde abrió su propia escuela, en la que estudiaron numerosos patricios romanos.
Epicteto confía en que sus discípulos aprendan, por encima de todo, a comportarse de acuerdo a los principios que estudian, es decir, distinguiendo lo que depende del albedrío de lo que no depende de él, y actuando en consecuencia, preocupándose por lo primero y despreciando lo segundo. Uno de los aspectos en los que Epicteto hace más hincapié es en la idea de que el estudio de la filosofía no es un fin en sí mismo, sino un medio necesario para aprender a vivir conforme a la naturaleza humana.
Hasta donde se conoce, Epicteto no dejó obra escrita, pero sus enseñanzas se conservan en el Enchiridion o Manual de vida, y en sus Discursos, ambos textos editados y compendiados por su discípulo Flavio Arriano. Ver más