En estas páginas están las piezas de un episodio literario inverosímil, pero en modo alguno irreal. Su centro es la investigación militar que intentó demostrar, por encima de toda sospecha, que el teniente Heriberto Frías era el autor innombrado de Tomóchic, la relación novelada de la campaña militar contra un poblado imperdonable de la Sierra Tarahumara.
Al final del siglo XIX mexicano la generación de Clausell y Frías –una generación que todavía paseó en tranvías de mulitas y que llegó a conocer las indagaciones decorativas de José Clemente Orozco– de pronto se vio a la intemperie, en medio de un paisaje que se alteraba profunda, diariamente. Los cambios en el escenario más inmediato de la juventud letrada de la Ciudad de México se transformaron en lugar común para el listado de cargos que muchos de ellos dirigieron contra la capital.
Esta nueva edición, corregida y aumentada, ofrece además la primera versión de la novela ¡Tomóchic!, que leyó por entregas el lector de periódicos del lejano año de 1893, el mes de marzo, en la primera plana del diario El Demócrata.
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