«Me suelen invitar a presentaciones de libros para hacer algún comentario. Es una fortuna. De esa manera me veo obligado a leer con una intensidad y una atención diferentes a las de las lecturas por puro placer… Por supuesto, en ocasiones hago glosas a algún libro sin necesidad de alguna invitación para comentarlo. Por el interés que el libro suscita o por la actualidad del mismo o por las puras y duras ganas de hacerlo…
«Ahora reúno un buen número de esas reseñas. En conjunto son un mural de las voces de los otros. Ese mural tiene algunas virtudes: ayuda a no vivir ensimismado, amplía el campo de visión, aparecen tensiones y contradicciones entre los autores que hacen más viva e interesante la vida intelectual, se develan temas y encrucijadas diversas y súmele usted. De lo que estoy convencido es que la conversación a través de los libros suele ser más rigurosa, puntual y sugerente que el güiri güiri verbal y más atractiva y dura que la alharaca que se reproduce en las redes. Los libros siguen siendo una gran cosa. El espacio en donde se decanta lo mejor del pensamiento. Por supuesto, sobre decirlo, los buenos o los que a uno le parecen buenos».
José Woldenberg
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