El clima poético de misterio religioso y erótico que Pierre Klossowski (teólogo herético, exégeta de Sade, distinguido ensayista del arte y la literatura) logra suscitar en esta novela tiene por eje a Roberte, encantadora mujer apresada en una mirada que observándola la recrea.
Ese encanto no solo está en sus audacias escandalosas, en su ilimitada disponibilidad, en su reclamo de caricias que pueden ser gozosos suplicios o en las fiestas de la imaginación que procura a su marido y en las cuales intervienen tanto la carne como el espíritu. Actriz y espectadora de los cuadros vivos en que su erudito marido no terminará nunca de hacerla vivir o representar, Roberte es a la vez transparente y secreta.
Una prosa exacta e inspirada, vertiginosa y serena, nos descubre un apasionando itinerario erótico que es también una aventura espiritual en la que el alma es apostada a través del cuerpo.
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