Estamos en los años cincuenta y Paz Munizaga sueña encontrar la felicidad criando a sus tres hijos en una apacible nueva urbanización de Las Condes, viviendo una vida que nadie en la ciudad hasta ahora había vivido. Todo parece coherente y confortable a su alrededor, junto a un marido que la complace pero no la apasiona, hasta que el frágil orden familiar se ve alterado por la súbita llegada de unos vecinos diferentes.
Entre la desdicha y el conformismo, Paz lucha por neutralizar esa amenaza pero de a poco va siendo consumida por ella hasta que sobreviene el derrumbe en todas las dimensiones de su vida y en la de los demás miembros de la familia. Los Munizaga se convierten así en observadores poco dispuestos a salirse de la norma que rige a la clase media, mucho menos a aceptar la brutal diferencia que, en su ignorancia y homogeneidad, les parece tan incomprensible. Aislada en sus fantasías y en su propia neurosis, Paz será incapaz de ver surgir el amor de su hijo Javier por Ben, el niño vecino.
En un feroz contrapunto que apela al demonio llamado Tiempo —del cual escribiera Priestley—, Javier ya adulto y convertido en diseñador teatral, podrá a su vez comprobar la profundidad de la derrota no solo de los suyos, sino también de su propia historia de amor.
Depositaria de la novela individualista norteamericana de profunda dimensión humanista —Yates, Cheever, Auster—, La promesa del fracaso se vuelca también, corrosivamente, hacia el macrocosmo histórico: el teatro chileno universitario, los movimientos migratorios, la vida gris de la clase media de los años cincuenta en sus nuevos suburbios, el inicio de la gran catástrofe del sida y la tragedia del Holocausto judío.
«Su prosa es segura, inteligente, acertada y va dirigida a lectores cómplices. [La escritura de Marchant Lazcano] es, con el correr de los años, más refinada, sutil y, desde luego, culta».
Camilo Marks
«A Jorge Marchant lo mueve una enorme voracidad narrativa sin mucha conexión con la literatura chilena de los últimos años».
Héctor Soto
«Marchant Lazcano ha hecho importantes contribuciones al desarrollo de una escritura queer en Chile».
David William Foster
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