¿La ciencia en la calle? En efecto, mientras el puritanismo cultural que da en tomar a la ciencia como un recinto inviolable y prohibido a legos y profanos, se sorprende ante este atrevimiento –esta serie de atrevimientos− de Luis González de Alba: quitarle a la ciencia la bata blanca, o la toga y el birrete, y ponerla a circular en traje de calle, con polera y zapatos cómodos, aptos para todas las eventualidades y aventuras que salen al paso.
Y acceder a otra certeza: la calle de la ciencia, cuando la caminata por ella se ejerce no solo con conocimiento sino con libertad y sentido del humor, es una de las vías más transitables de este mundo; amena y efervescente, abierta a la convicción de que el saber es sabroso y el logos es lúdico; calle viva y certera y de varios sentidos.
Este libro de Luis González de Alba, es un momento óptimo de la divulgación cultural, un ejercicio constante de información y formulación de materias científicas: lo cual no bastaría –no ha bastado en otros casos− de no ser porque González de Alba añade su mano, es decir, ese modo fino y habitable de ocuparse de los asuntos científicos hasta volverlos antojables y dejarlos resueltos: una continua incitación al saber.
La ciencia, la calle y otra mentiras suma a la felicidad de su estilo –la marcha andando− la irrevocable búsqueda y consecución final de otra felicidad: ganar a la ciencia para la dicha, la invención cotidiana, el suma cum laude callejero, la vida de todos, el sueño de varios, y otras no menos científicas verdades.
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