Valentín Brû, después de pasar cinco años en el ejército como soldado raso, decide no reengancharse y volver a la vida civil. Hombre de costumbres fijas, aficionado al vino blanco con sifón, sin ambiciones ni oficio, ha pensado en ser barrendero para ganarse la vida, cuando el sargento Bourrelier le hace una proposición que resolverá todos su problemas. El exsoldado Brû no tiene más que casarse con la dueña de la mercería de la rue Gambetta, Julia Julie, que se ha fijado en él. Su hermana, Chantal, «un pibón», según el sargento Bourrelier, ha ido a verle para informarse, y al parecer da la talla: no bebe, no juega, no va con mujeres. Solo hay un problema, insignificante: Julia Julie es unos veinte años mayor que el exsoldado Brû.
Pero ¿acaso el amor no es ciego? ¿Es que va a poner pegas a una proposición semejante? «Un pequeño comercio, eso no se rechaza», insiste Bourrelier. Valentín regentará la mercería y más tarde se hará vendedor de marcos de fotografía. Lector asiduo de Marie Claire, renuncia a ampliar su negocio para no perjudicar a sus vecinos. Tras un accidente de su esposa Julia, Valentín, bajo la identidad de madame Saphir, se dedicará con notable éxito a la adivinación. Mientras tanto, la guerra se avecina. La alegría de la vida (1952) sería llevada al cine en 1967 por Jean Herman.
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