Ludwig Hohl comenzó a escribir este relato en 1926, pero no lo dio por concluido hasta 1975, el año de su publicación. Varias décadas para un puñado de páginas cristalinas, donde poesía y filosofía conviven en estrecha intimidad, que cuentan los avatares de dos escaladores dispuestos a llegar a la cima de una montaña que se les resiste. El universo intemporal, diáfano y a la vez sombrío de los Alpes pone de manifiesto la personalidad de ambos: uno, el más resuelto, no desvía la mirada de la cumbre; el otro, el indeciso, renuncia y vuelve atrás. La narración, a la que Hohl infunde una aparente y enigmática simplicidad, semejante a la de ciertas parábolas orientales, acompaña a los jóvenes hasta el cumplimiento de su destino y se asoma al misterioso vínculo que se establece entre la muerte y la manera en que se ha vivido.
Ludwig Hohl (1904-1980), hijo de un pastor protestante, nació en Netstal, en el cantón suizo de Glarus. Desde muy joven se dedicó por entero a la literatura. Pasó largas temporadas en Francia y Holanda. En 1937 se instaló en Ginebra, donde residió hasta su muerte. En esa ciudad vivió humildemente en un sótano durante más de veinte años rodeado de sus máximas y aforismos que colgaba con pinzas de tender la ropa, dando lugar a innumerables anécdotas. Durante algún tiempo, su obra estuvo solo al alcance de un pequeño círculo, pero gracias a la admiración de autores como Max Frisch, Friedrich Dürrenmatt y Peter Handke, sus numerosos y singulares textos han ido llegando a cada vez más lectores de distintos países. Su primer libro, Matices y detalles, de 1939, aparece en DVD Ediciones al mismo tiempo que Escalada, y Minúscula publicará también Sendero nocturno, un volumen de relatos de 1943.
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