Cuando Italo Svevo (Ettore Schmitz, Triestre 1861-Treviso 1928) publicó Una vida y Senilidad, nadie advirtió la importancia de esas obras, que había tenido que editar a su costa. Ello lo llevó a abandonar la tarea de escribir, a la que solo volvería veinte años más tarde, gracias a que Joyce primero, y Valery Larbaud después, proclamaron su enorme talento, empezando entonces a disiparse el muro de silencio establecido alrededor de él. Fruto de su regreso a la literatura fueron La conciencia de Zeno y El viejo y la jovencita. Entonces Svevo fue ya unánimemente reconocido como uno de los grandes renovadores de la narrativa contemporánea y situado por la crítica internacional al mismo nivel que Kafka, Joyce o Proust. Los relatos de El viejo y la jovencita forman parte de sus últimos trabajos, y corresponden a la etapa más creativa y representativa del genial autor triestino.
«El viejo no dio importancia a aquel suceso que, sin embargo, iba a ser el preludio a su aventura. En un momento de descanso recibió en su oficina a una mujer que quería presentarle y encomendarle a una joven, su propia hija. Tuvo que recibirlas, ya que traían una carta de recomendación de un amigo suyo. El viejo, arrancado de sus asuntos y sin lograr quitárselos por completo de la cabeza, miraba aturdido la carta esforzándose por entenderla y librarse enseguida de la molestia que le ocasionaba».
Ver más