Una novela de bellísima factura, inteligente desarrollo y conmovedor final, que, sin lugar a dudas, cautivará al lector.
La excepcional capacidad de Turguéniev para retratar como pocos las pasiones del alma humana alcanza su cénit en El primer amor.
Iván Serguéyevich Turguéniev nació en Oriol, en el seno de una familia burguesa, en noviembre de 1818. Tras terminar la escuela elemental, Turguéniev se traslada primero a la Universidad de Moscú y después a la de San Petersburgo, donde estudiaría a los clásicos, especializándose en filología y literatura rusa. Era fuerte y alto, de carácter tímido y naturaleza introspectiva, cualidades remarcadas por una dulce y suave forma de hablar.
Tras diversos viajes de estudios por Europa, volvió a su país donde inició su carrera literaria con relatos y poemas inscritos en la estética postromántica. El más europeísta de los escritores rusos es un maestro tanto en la construcción de la estructura narrativa como en la ejecución formal.
Memorias de un cazador, Padres e hijos, El primer amor, o Asia son sus obras más memorables, pero su genio literario se extendió también al teatro, el relato corto y la poesía. La obra de Turguéniev se caracteriza por unos personajes magistralmente trazados, que se relacionan dentro de un atmósfera rural, y se enfrentan a la frustración personal y a los amores fallidos, elementos con los que el maestro ruso construye algunas de las novelas más relevantes del siglo XIX.
Falleció en Bougivil, cerca de París, el 3 de septiembre de 1883.
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