Mario Benedetti señaló a José Soler Puig como «uno de los grandes de la novela latinoamericana», a la vez que declaraba que El pan dormido era una obra comparable a las del mejor Alejo Carpentier.
Juan José Arreola se ufanaba de haber conocido a grandes escritores cubanos, como Lezama Lima y José Soler Puig.
Carlos Fuentes fue decisivo para que Soler Puig recibiera, en 1960, el Premio Casa de las Américas por su novela Bertillón 166.
Y numerosos escritores y críticos literarios latinoamericanos se han expresado en términos siempre altamente elogiosos de la obra del novelista cubano.
Por eso resulta sorprendente, cuando no misterioso, que las novelas de José Soler Puig no se conozacan masivamente, y que generalmente su nombre no se incluya entre los autores cubanos más importantes del siglo XX. La publicación de El pan dormido pretende rescatar a Soler Puig de ese extraño olvido.
El pan dormido tiene como protagonista a la familia Perdomo, propietaria de una panadería en Santiago de Cuba en la época en que la isla estaba presidida por Machado, allá por los años 20 y 30 del siglo pasado. Morosamente al principio, mucho más dinámicamente a medida que avanza el texto, Soler Puig describe el declive de una familia pequeño-burguesa en una Cuba sometida a una grave crisis económica y a la represión de Machado.
Sin duda, El pan dormido constituye una de las obras más notables de la literatura en lengua castellana del siglo XX.
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