Ariadna da un portazo y sale de su casa corriendo con las lágrimas en los ojos. Hace frío, mete las manos en sus bolsillos y encuentra el ovillo que su padre usa para arreglar los títeres. Va caminando por la ciudad jugando con ese ovillo, deshaciéndolo, dándole mil formas, según lo que se le ocurra hacer e imaginar. Finalmente se hace de noche y Ariadna vuelve a casa. Le abre la puerta su padre y sus palabras de disculpa por haberle gritado.
Ver másEl hilo de Ariadna
Javier Sobrino - Elena Odriozola
Álbum ilustrado
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