Del autor de El Golem, esta es una de las obras fundamentales del género fantástico.
Maestro de la novela esotérica, Gustav Meyrink describe, en El dominico blanco, el viaje espiritual de un joven, un ser invisible cuya fascinante aventura nos es narrada a través del Autor. Cristóbal Palomar -ese es el nombre del invisible protagonista- ha sido adoptado por un personaje un tanto extravagante, el barón Von Jöcher, farolero de la ciudad, cuyo antepasado había recibido el título de nobleza a causa de su oficio. La relación con el barón le abre a Cristóbal un camino situado en los límites del sueño y de la realidad, poblado de enigmas, por los que transita desde el espectro de un dominico blanco hasta la misteriosa figura de la cabeza de la Medusa.
El dominico blanco, publicada en 1921, es una de las obras fundamentales del género fantástico, en su vertiente ocultista y esotérica. Previamente, en 1915, Meyrink había publicado la novela que lo convertiría en un autor reconocido y de culto: El Golem.
Gustav Meyrink nació en Viena el 19 de enero de 1868, fruto de la relación extramatrimonial entre su padre, ministro del rey de Wurtemberg, y una actriz de segunda fila. Fue banquero, traductor y escritor. Una profunda crisis existencial hizo que a la edad de 24 años tratara de suicidarse. En el momento en que se disponía a pegarse un tiro, alguien introdujo por debajo de su puerta un opúsculo titulado La vida postrera. Perplejo ante la coincidencia, comenzó a interesarse por la fenomenología de lo oculto y el esoterismo.
Su nombre figuró en las listas negras de los nazis, y sus libros fueron prohibidos durante el Tercer Reich. Fue asiduo a los círculos esotéricos de Praga, Múnich y Viena. Practicó el yoga y estudió la alquimia. También se dedicó a la videncia.
En 1915 escribió El Golem, oscura fábula de la que se venderían más de 150.000 copias. Es autor, también, de la novela El rostro verde, y de las colecciones de cuentos Murciélagos y La esfera negra.
Su obra se caracteriza por utilizar material folclórico tradicional revisitándolo y dándole una perspectiva simbolista y esotérica, en la que se puede observar influencias alquímicas, cabalísticas, budistas o masónicas. Sus temas más recurrentes son el sueño como umbral a distintas dimensiones, el doble y la amada idealizada.
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