Como si de un narrador de Las mil y una noches se tratara, Stevenson, en El club de los suicidas, nos sumerge en una historia detectivesca compuesta por tres relatos independientes pero encadenados entre sí mediante una imaginativa trama, que enfrentan al lector con el eterno combate que el hombre ha de librar entre el bien y el mal.
Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo, en 1850, en el seno de una acomodada familia escocesa. Hijo de un ingeniero y descendiente de una estirpe de constructores de faros, se licenció en Derecho en la Universidad de Edimburgo, aunque jamás ejerció la abogacía. De constitución débil, desde niño sufría extenuantes accesos de tos y terribles pesadillas que le llenaban de espanto. De aquellos terrores nocturnos —fue su niñera la que le inculcó la afición por la lectura, contándole historias mientras permanecía en cama— extrajo la inspiración para muchas de sus obras.
Su popularidad como escritor se debe fundamentalmente a los emocionantes argumentos de sus novelas fantásticas y de aventuras, en las que siempre aparecen enfrentados el bien y el mal, como si de una alegoría moral se tratara. Stevenson nos ha regalado una vasta obra llena de encanto, con títulos inolvidables, entre los que sobresalen por su genialidad La isla del tesoro y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.Algunos de los personajes salidos de su imaginación han pasado a formar parte de la galería de arquetipos de la literatura universal. Stevenson acabó sus días en Vailima (su casa samoana), el 3 de diciembre de 1894, a los 44 años, víctima de un ataque de apoplejía.
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