«Yo soy Drácula. Le doy la bienvenida, señor Harker, a mi casa».
Con estas palabras se presenta el conde a Jonathan Harker, el héroe del relato clásico de Bram Stoker. Se ha convertido en una de las presentaciones más famosas de la historia de la narrativa, repetida hasta la saciedad no solo por un siglo de lectores.
Llevada al cine y teatro innumerables veces, reescrita su leyenda por escritores y periodistas de diversas lenguas, el sombrío conde Drácula de Transilvania, el vampiro por excelencia, es una de los mitos más arraigados de la cultura del siglo XX. Esa fama universal comenzó en 1897, cuando el reportero irlandés Abraham Stoker tuvo que investigar un extraño caso de vampirización. Su trabajo lo llevó al descubrimiento del personaje histórico en el que se basaban las tradiciones orales; con estos datos y con su ardiente fantasía, Stoker creó el inmortal vampiro que inspiraría a todos sus imitadores.
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