No uno, varios son los fantasmas que recorren las páginas de este libro: el fantasma de la trama secreta, aunque a momentos visible, que une los relatos; el fantasma de una escritura que entre la ficción y el ensayo explora la materia de que están hechas las pulsiones humanas y los mecanismos de la seducción. El fantasma de esas pulsiones y su amplitud: desde el impulso erótico o el desarrollo de la sensibilidad cultural como medida del éxito de una vida, hasta el progreso social o la borradura de un pasado con tacha, pasando por la renuncia a una vida de renuncia para acceder al poder.
Los protagonistas de estos cuentos aparecen y reaparecen en distintos momentos de sus vidas o con alguna de las distintas máscaras que asumen a lo largo de ellas. Todos estos personajes tienen un elemento en común: su cotidianeidad se desarrolla en el mundo de la cultura. Profesores universitarios, periodistas, pintores, anticuarios y coleccionistas de antigüedades de oscuro pasado, músicos y editores, actúan en este libro cargando sus nutridas referencias culturales que les sirven como antídoto ante sus propias fragilidades y que le sirven al autor para construir un eje articulador del conjunto y darles rasgos comunes a los textos, aunque bien la intriga de cada uno de ellos sea de por sí suficiente para hacer una lectura que se satisfaga a sí misma.
La perturbación que provoca en el lector esta suerte de usos de la cultura encuentra su punto más alto en el último texto –de final sorprendente—, cuando a la ficción se le intercalan fragmentos de un ensayo que va en sincronía con lo narrado, manifestándose así que la complejidad y discontinuidad a la que están expuestas las vidas y la fugacidad de estos días contados no pueden ser aprehendidas por una narrativa lineal, y las múltiples posibilidades a que remite ese álbum de toda especie de citas y referencias, dan cuenta de esa imposibilidad. Esta es la apuesta de este muy logrado primer libro de cuentos de Carlos Pérez.
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