Tras la prematura muerte de Thomas Wolfe, William Faulkner dijo de él que se trataba del mejor escritor de su generación, colocándose el propio Faulkner, modestamente, en el segundo lugar de la lista.
Listas aparte, Wolfe es, junto a Faulkner y Carson McCullers, un genuino representante de lo que podría denominarse lirismo sureño norteamericano.
En el conjunto de su obra, basada en su propia experiencia vital, sin duda Del tiempo y el río constituye la pieza de mayor relieve, la más importante y la que mayor influencia ha ejercido en la novela contemporánea.
Eugene Gant, su protagonista (trasunto del propio Wolfe), es el héroe novelesco por antonomasia. Su poderosa vitalidad, su avasallador deseo de convertirse en escritor, su romántica necesidad de abarcar toda clase de experiencias sin someterse a limitaciones o cortapisas, explosivamente, hacen de él una de las criaturas de ficción más entrañables y conmovedoras de la literatura de nuestro tiempo.
Vorágine de palabras y aconteceres, Del tiempo y el río constituye uno de los más bellos análisis de la soledad y el desamparo, a la vez que un implacable ejercicio de reflexión sobre la creación artística y sobre el paso del tiempo y la llegada de la muerte.
Thomas Clayton Wolfe nació en Asheville, Carolina del Norte, en 1900. Su padre fue un marmolista especializado en lápidas. Su madre se introdujo con poco éxito en el campo de la inversión inmobiliaria. Wolfe estudió en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. En el otoño de 1919 se inscribió en un curso de dramaturgia y a partir de ahí escribió varias piezas teatrales, alguna de las cuales fueron representadas. En septiembre de 1920 ingresó en la Escuela de Graduados de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard, donde también estudió dramaturgia.
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