Azar es una de las cuatro novelas de Joseph Conrad en que aparece su famoso personaje Marlow. Las otras tres son El corazón de las tinieblas, Lord Jim y Juventud. De todas ellas, la que conoció mayor éxito en vida de Conrad fue Azar.
Sin duda ese éxito, tanto de crítica como de ventas, le debe mucho a la protagonista de la novela, Flora de Barral, cuya peripecia vital le sirve de pretexto a Conrad para indagar en los misterios más insondables del alma humana.
La joven Flora vive atrapada por una serie de hechos a los que inicialmente es ajena, pero que acaban por atar su vida a dos personas, su padre y su esposo, con quienes mantiene una relación de renuncia y sometimiento. Su padre había sido un famoso financiero que había visto cómo su posición y su fortuna se desmoronaban a causa de sus delirantes inversiones. Ahora, su hija era ya su única posesión. La ilimitada generosidad de alma de su marido asfixia a Flora, partida entre las exigencias de su padre y las renuncias debidas a su esposo.
A pesar de este angustiado planteamiento, Azar es una novela con final más o menos feliz. Quizá es la única novela de Conrad de la que pueda señalarse eso. Y, como no podía ser menos en una obra del gran escritor polaco, está el mar. Un mar que es escape y refugio, un lugar en el que los seres humanos pueden hallar cobijo y esconder su pasado. Aunque, como Conrad se encarga de demostrar, nadie puede escapar de sí mismo. Ni siquiera en alta mar.Joseph Conrad, protagonista de una intensa vida literaria y viajera, nació el 3 de diciembre de 1857 en Berdyczów (actual Ucrania). Su infancia transcurre en Varsovia, en el seno de una familia culta, patriota y aristocrática, empobrecida por las circunstancias políticas de Polonia, ocupada a la sazón por Rusia.
Desde los 17 años, en que se embarca por vez primera, y a lo largo de más de dos décadas, viaja por todo el mundo. Aprendió inglés a los 21 años, lengua en la que se expresó y escribió con excelencia. Obtuvo la nacionalidad británica en 1884. A los 38 años abandona su carrera marítima para dedicarse a la literatura. Los personajes de sus novelas se deslizan por la línea de sombra que preside el destino humano, frontera entre el bien y el mal, entre la honra y el deshonor, y que en palabras del escritor, solo un hombre en «estado de gracia» es capaz de superar. La locura de Almayer (1895), El negro del Narcissus (1897), Lord Jim (1900), El corazón de las tinieblas (1902), Nostromo (1904), El duelo (1907), La línea de sombra (1917), El rescate (1920) y El pirata (1923) son sus obras más memorables. Murió en 1924 de un ataque al corazón. En su lápida del cementerio de Canterbury figuran los siguientes versos: «El sueño tras el esfuerzo, tras la tempestad el puerto, el reposo tras la guerra, la muerte tras la vida harto complacen».
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