Transición política, marginalidad y fascismo callejero: una novela sobre los rezagados de la Historia.
«A Vandam lo conocí en un bar en Praga. Era uno de esos tipos que saben cómo es la vida. Bastaba verle las contusiones en la cara, la nariz rota y las cicatrices en sus manos.
«Aquella vez bebimos y Vandam habló, cerveza tras cerveza, cuento tras cuento. Habló de guerras, batallas y victorias, de las derrotas y heridas de la historia universal. Habló de sus propias guerras, batallas y victorias, de sus derrotas y heridas. De sus peleas. De los libros que le gustaba leer. Del norte de Praga, donde creció y finalmente permaneció. De su bar favorito y del bosque en la periferia de la ciudad, ahí, donde la policía le propinó una gran paliza. Y de sus tácticas de autoconservación.
«Eran cuentos sombríos estos, los de Vandam. Esa misma noche después de nuestro encuentro, escribí un pequeño relato que terminó convirtiéndose en una obra de teatro y una novela. Quise escribir un libro sobre nuestro país, al que aun enclavado en el corazón de Europa, le gusta actuar como si nada ocurriese alrededor suyo. Quise escribir sobre cómo observamos el mundo desde nuestros bares, esperando que todas las guerras y las crisis pasen. Un libro sobre nuestra transición, sobre los años después de la Revolución de terciopelo, con la que ganamos una libertad que nunca supimos valorar. Quise escribir un libro sobre el humor checo. Sobre la cerveza, la col y la carne de cerdo. Sobre la cultura política después de la transición.
«Quise escribir un libro sobre nosotros, los checos, que vivimos ensimismados, temiendo todo lo extranjero y a todos los extranjeros. Nos tomó alrededor de cien años llegar adonde estamos hoy. Del Imperio austrohúngaro dejamos de ser parte en 1918, en 1938 llegaron los nazis, y todos los judíos fueron muertos por ellos. Los alemanes que antes vivían en Checoslovaquia fueron desterrados tras el fin de la guerra. Poco después del inicio de la transición nos despedimos de Eslovaquia. Quise escribir un libro sobre la absurda soledad en la que vivimos sumidos hoy, en el medio de Europa. Quise escribir sobre la angustia checa. Sobre prejuicios. Sobre inestabilidad. Sobre odio. Sobre agresividad. Sobre aquel extendido mito en el que nos retratamos como víctimas de la historia, convencidos de nunca haber infligido daño a nadie. Los culpables siempre son los otros, los bárbaros de los que hablaba Kavafis.
«Quise escribir un libro sobre Vandam, aquel extraño sheriff del norte de Praga, que ve el mal encaminándose en nosotros».
Jaroslav Rudis
Traducción de Fernando de Valenzuela
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