Thomas Guillaume, de Fontenoy, entra casualmente en un ambulatorio y por una confusión asume una identidad que no es la suya, la de sobrino del general De Fontenoy. Con esta nueva vida, participa en un convoy de la Cruz Roja que rescata heridos en el frente de batalla, el cual es organizado por madame de Bormes, quien no tolera verse «excluida del único espectáculo que entonces importaba [la guerra]». La comunión generada entre ambos es el eje que estructura los acontecimientos de esta novela que hace constantes guiños a Stendhal, a la novela clásica y a El diablo en el cuerpo. A la vez desarrolla de forma inédita el nuevo lenguaje que crea la guerra, el escalofrío de trincheras a doce metros de distancia, el horror de ella («tuvieron que dejar que la gangrena lo invadiera como la hiedra a una estatua»).
Escrita en 1923 con los ecos de la guerra del 14 aún resonando, Thomas el impostor es una obra que contiene diversos elementos que le dan relieve en nuestro presente. Basada en la experiencia autobiográfica de Jean Cocteau tras su participación en un convoy de la Cruz Roja, muestra la profunda desazón del autor cuando concluyó que la guerra era una suerte de simulación absurda que denominó «el teatro de la guerra». Y si de gestos o escenarios teatrales se trata, en esta obra realidad y ficción, escenificación y experiencia se confunden hasta el extremo de decir de madame de Bormes, que «había nacido actriz y su hija observadora; el espectáculo favorito de la joven era su madre».
La complejidad de los personajes y las fantasmagorías de sus contextos hacen que la fantasía, la vida deseada, soñada o impostada sea la realidad, ya que ellos avanzan consustanciados con sus propias fábulas.
«Thomas el impostor es el reflejo —tan fiel como invertido— de El diablo en el cuerpo. Las dos novelas, por el tono, la ironía, la maestría estilística y, sobre todo, por su arrojado y encantador personaje, podrían constituir capítulos de La cartuja de Parma sin traicionar a Stendhal y sin, claro está, traicionarse a sí mismas. Thomas el impostor no es la novela de la impostura sino la de la identidad, de la libertad, del carácter genial».
Mauricio Wacquez
Traducción de Óscar Luis Molina Sierralta
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