Mucho se ha dicho sobre la obra única de Adolfo Couve, pero al entrar en ella a través de una mirada de conjunto todas las ideas previas quedan de lado para exponerse a la rica aventura del lenguaje y a la búsqueda de la belleza que su prosa nos depara. Es un peregrinar hacia un lenguaje depurado y hacia una belleza a la que —como con fortuna caracterizó el propio Couve—«le gusta Kafka».
«Couve siempre estuvo tanteando un mismo y escurridizo relato. Es por ello que en sus distintas obras desfilan personajes, escenarios y episodios que sin ser idénticos poseen un inequívoco aire de familia. La unidad de la obra de Couve, su continuidad temporal bajo distintas modalidades formales, con distintos aunque análogos ropajes, se percibe si pensamos que en el itinerario de su escritura el autor trata de plasmar un arquetipo que lo reclama y persigue [...]. Uno de los rasgos más visibles es su inclinación por el abandono, la corrupción y la decadencia como un elemento inseparable de la belleza. La belleza no está completa en las figuras ideales, equilibradas, jocosas y placenteras, sino que reclama la nota de corrupción, dolor, decadencia y vulgaridad».
Del prólogo de Pedro Gandolfo
«EsteQuijote de la nouvelle —su género más propio— se dio el lujo de escribir una prosa flaubertiana e intemporal, muy depurada, sobre asuntos “inactuales”, con introducciones de tipo descriptivo ya anticuado, con argumentos que discurren en línea recta, con escasos flash-backs y ninguna corriente de conciencia, como si no hubiesen existido Proust, Kafka ni Joyce. Ni falta que le hicieron, estoy tentado de agregar, porque Couve fue uno de esos raros escritores cuya creatividad personal les permite narrar así, de manera un tanto imtemporal utópica y ucrónica, o anacrónica, casi sin tiempo ni espacio».
Ignacio Valente
«Couve [escribe] decantadas miniaturas que, por lo mismo, portan una especie de belleza mutante y deformada, orgullosamente artificial. La declarada voluntad de síntesis del autor hace que muchas descripciones, en vez de construir la ilusión de un mundo literario autónomo, la destruyan: el efecto es similar al que produce un cuadro tan obsesivamente delineado que obliga al espectador a retroceder varios pasos para poder apreciar el conjunto».
Alejandro Zambra
«Parte del encanto tenaz de lo escrito por Couve está en su condición de marginal a la literatura “profesional”: es la obra de un amateur dotado, de un pintor al que entre cuadro y cuadro se le ocurrían historias y las contaba con las herramientas interpoladas de la luz, la línea, el encuadre, la composición [...]. Pero el ejercicio del principiante deliberado alterna con el pulido de la obra maestra, traspapelando con sabiduría el antes y el después».
César Aira
«Su literatura logra producir, muchísimas veces, esa ilusión de lo perfecto; esa fuerza de la composición, ese cierre de un episodio, o esa perfección cincelada de una imagen, que permanece en la memoria».
Adriana Valdés
Prólogo de Pedro Gandolfo
Vista previa a las primeras páginas del libro.
Ver más