Manuela, residente en Pumanque, localidad del partido de San Fernando, al sur de la capital, es acusada de haber matado junto a su cómplice y amante, a su marido; es procesada por la justicia local y muy luego por el máximo tribunal, la Real Audiencia de Santiago. Lo que se desprende del grueso expediente (cerca de 400 páginas) que se levantó durante su juicio es bastante más que el discernimiento acerca de su culpabilidad y castigo, y eso es precisamente lo que releva Tomás Cornejo: la compleja red interactuante de relaciones sociales, de parámetros culturales, de estrategias de sobrevivencia, de discursos morales, de género y judiciales.
Manuela Orellana, la criminal reconstruye, desde un enfoque microhistórico, las relaciones de género de fines del periodo colonial.
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