A la manera de las fábulas mitológicas, la Luna y el Mar se enamoraron apasionadamente, un amor imposible, un amor de lejos. Hércules, que había discutido con su esposa, lanzó su red tan fuerte que por accidente pescó a la Luna y la acercó al Mar. Por fin pudieron darse tiernos besos, los opérculos, que luego Hércules regaló a su esposa para conseguir su perdón.
Cuando al amanecer Hércules tuvo que soltar la red, la Luna se alejó, y lloró caracolas, con las que el Mar llama a la Luna cada vez que la añora.
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