Esta obra viene a cuestionarnos, pero sobre todo a aportar luminosidad, conciencia y valor. Se trata de abrir una vía a la reflexión rigurosa de todos los docentes, familias y ciudadanía en su conjunto, que nos aproxime a la pérdida de temor para así poder desaprender lo inútil y desfosilizarnos. Un llamamiento a la educación consciente. Desgrana en capítulos cuestiones intrínsecas en todos nosotros, las cuales no germinan porque el terreno social es tan complejo y laberíntico que nos distrae de lo esencial.
Todos nacemos con unas alas grandes. Representan nuestros deseos, nuestra esencia, nuestros más sabios instintos. Una energía vital que nos impulsa hacia lo mejor. Con el paso del tiempo y muchos de los aprendizajes que conlleva la vida en sociedad, las alas se van encogiendo, marchitando. Demasiados contenidos vacíos y normas impuestas sin cuestionar. Los educadores tenemos el privilegio y el deber de hacer que las alas de nuestros alumnos e hijos se desplieguen con su máxima envergadura y alcen el vuelo desde sus voces internas y únicas, espantando a plumazos patrones estériles, necrosados e impuestos desde fuera que nos han llevado a la más disparatada de las locuras vitales. Enseñar a vivir es ayudar a que cada uno encuentre su propio latido interior. Un ensayo filosófico que apunta directo a los elementos básicos que el docente del siglo XXI tendría que mimar para contrarrestar la inercia insana en la que centrifugamos, tan mareados, que hemos perdido de vista el sentido de la vida.
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