«La creencia en la existencia de Dios es tan infundada como inútil. El hombre no será feliz hasta que el ateísmo sea universal».
Julien Offray de La Mettrie, con poderosa inteligencia y envolvente prosa, despliega, en esta su más relevante obra, un pensamiento materialista de intensa sensualidad atea, construyendo un libro indispensable, transgresor y profundamente lúcido. Un texto donde reflexiona sobre el alma, la existencia de Dios, la religión, el ateísmo y, en suma, la condición humana.
Es Julien Offray de La Mettrie una figura fundamental en la historia de la filosofía y un pensador independiente, materialista, ateo convencido y voluptuoso hedonista que defiende como las únicas armas válidas del hombre la cultura y la educación, herramientas que nos humanizan, nos construyen y nos elevan hasta situarnos a la auténtica altura de nuestra especie.
Julien Offray de La Mettrie, filosofo, médico, librepensador, y uno de los primeros materialistas de la Ilustración, nace en Saint-Malo, en diciembre de 1709. Comenzó formándose en teología, pero abruptamente abandona sus estudios y comienza la carrera de Medicina. Durante una enfermedad, comienza a estudiarse a sí mismo y los cambios que en su organismo se producen bajo el efecto de la fiebre. Las conclusiones de esta observación las publica en Historia natural del alma, libro que le granjeó enemigos y le obligó a refugiarse en la ciudad de Leiden.
Durante los siguientes años desarrolló un pensamiento pragmático y ateo que volcó, con gran impacto en la sociedad de su tiempo, en El hombre máquina, El hombre planta y El discurso sobre la felicidad.
De La Mettrie consideraba el ateísmo como la única vía hacia la felicidad. Hedonista, materialista y ateo, aseguraba que, cuando la muerte llega, la «farsa se acaba» (la farce est jouée), por lo que debemos disfrutar de los placeres que la vida nos ofrece.
Defensor de un furibundo hedonismo y de la exaltación de los placeres físicos, durante un agasajo por su labor médica se indigestó gravemente, y murió cuando solamente contaba 41 años, en noviembre de 1751. Nos ha legado una obra fundamental para la historia de la filosofía.
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