Es el segundo lustro de los años 80, se acerca el plebiscito y el fin de la dictadura y en el país comienzan a soplar aires de libertad. Pero pese a ese clima auspicioso no hay que olvidar que aún ocurrían cosas, como la Operación Albania, en la que doce miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fueron acribillados; o como el fallido internamiento de armas en Carrizal para enfrentar a la dictadura; o el caso de Rodrigo Rojas Denegri y Carmen Gloria Quintana, quemados por una patrulla militar; o como el atentado a Pinochet, que derivó en diversos asesinatos en represalia. Sin embargo, los nuevos aires y los deseos de renovación en el país eran reales y eran también consecuencia de las protestas iniciadas en 1983 y la posterior apertura democrática, la libertad de publicación comenzaba a recuperarse y una de las publicaciones señeras que surgió en esa época fue la revista Matucana, expresión del únder chileno.
En esta publicación llamaron la atención las historias de un dibujante y guionista, Ricardo Fuentealba, quien a través de su personaje el Conde de Matucana se hacía cargo de los pesares y angustias de la época. Una especie de vampiro flânneur que recorre en su coche los bajos fondos de una ciudad en dictadura en busca de mujeres para saciar su deseo y su sed; un galán que tiene su centro de operaciones en las calles Andes con Matucana y debe pelear a cuchillazos en un prostíbulo para mantener el honor de ser el más choro del barrio; un lector de Poe en los días en que no está con caña.
En este volumen se reúnen las siete historias publicadas en Matucana y se agregan dos inéditas, una de ellas, reciente, trae la preocupación social del conde a nuestros días y recrea los primeros meses de desastre del Transantiago. Por la originalidad de las historias y del personaje y la perfección del dibujo, El Conde de Matucana es ya parte de manera destacada de la narración gráfica nacional.
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