«¡Qué maravilloso sería convertirse en una institutriz! Salir al mundo... ganar mi propio sustento... ¡Enseñar a madurar a los jóvenes!» Este es el sueño de la hija de un modesto vicario, un ideal de independencia económica y personal, y de entrega a una noble tarea como la educación. Una vez cumplido, sin embargo, los personajes de este sueño se revelan más bien como monstruos de pesadilla: niños brutales, jovencitas intrigantes y casquivanas, padres grotescos, madres mezquinas e indulgentes... y en medio de todo ello la joven soñadora, tratada poco menos que como una criada. Agnes Grey (1847), primera novela de Anne Brontë, es una árida revelación basada en experiencias autobiográficas del precario status, material y moral, de una institutriz victoriana.
Anne Brontë nació en 1820 en Thornton (Yorkshire). Muerta la madre en 1821, fue educada en familia por su padre y su tía. Entre 1839 y 1845 fue institutriz en diversas casas, y de su experiencia en este trabajo surgió su primera novela, Agnes Grey, que se publicaría en 1847 juntamente con Cumbres Borrascosas, de su hermana Emily; un año antes, bajo el seudónimo –que nunca abandonarían– de Acton, Ellis y Currer Bell, las tres hermanas habían conseguido publicar un volumen de Poemas. En 1848, aparecería la segunda y última novela de Anne, La inquilina de Wildfell Hall. Poco después, en mayo de 1849, murió de tuberculosis en Scarborough.
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