La «extrañeza» de estos cuentos de Iván Quezada no es la de Kafka y otros nombrados, aunque algo les deba como influencia, sino la de un joven chileno que ha pasado más de la mitad de su existencia bajo una dictadura opresiva y bestial y que hoy se inserta con dificultad en una sociedad frenéticamente consumista, de presunta democracia, imbuida de mitos ridículos sobre su supuesto papel en el mundo, ignorante y desdeñosa de su propio pasado.
José Miguel Varas
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