Sub terra

Baldomero Lillo

Cuentos

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Mientras en la superficie técnicos europeos construyen el Parque de Lota cuyos «[p]alacios, kioscos -según lograda descripción del profesor Luis Bocaz-, grutas, estatuas, miradores, macizos de flores entre caminillos serpenteantes, especies exóticas […]» harían que los prodigiosos cisnes de la poesía modernista tocaran el cielo con las manos, metros más abajo se extrae el carbón que sustenta esas obras en condiciones de trabajo que cobran vidas humanas. Arriba modernas lámparas de gas. Abajo lámparas que al inflamarse con el gas grisú alertan de una posible explosión. Arriba la Belleza, la de Darío y la de la sociedad de que se ocupa Luis Orrego Luco. Abajo la belleza, la baudelairana «belleza de la fealdad», una belleza aún sin expresión que es la materia de la obra literaria de Baldomero Lillo y de Carlos Pezoa Véliz.

 

A estas alturas es indispensable ampliar la imagen y la lectura restrictiva que se ha hecho de la obra de Lillo al enmarcarla en «la cuestión social» para establecer que él es, sin duda, el primer cuentista moderno chileno y uno de los precursores en América, junto con Quiroga, Güiraldes, etc., de este género tal como lo entendemos hoy. Si en el dinámico siglo XIX el programa de Lastarria para fundar una literatura nacional (1842), pese a su ancilaridad político-institucional, encontró en Jotabache y sus cuadros de costumbres, en la novelística de Blest Gana y quizás de Vicente Grez y en la explosión memorialística de Zapiola y Pérez Rosales sus más altas expresiones, tras la Revolución de 1891 despunta un nuevo mundo que debe ser reflejado. Es el fin de Romanticismo y se esboza una nueva sensibilidad, mezcla y en transición, del naturalismo, el modernismo y el criollismo para asentarse en la modernidad. Asimismo, en un sentido amplio, la realidad de Lillo no es  solo la de los obreros del carbón, como se le ha encasillado por Sub terra (1904), sino que es el lenguaje del nuevo mundo del obrero-industrial-minero en un Chile que también es de clase media citadina, como se muestra en Sub sole (1907) y en Relatos populares (1942).

 

La obra de Lillo debe ser releída desde la perspectiva de nuestra fallida, interrumpida y nunca del todo concretada modernidad y sus crisis. Una de las mejores pistas para esta relectura quizás la encontremos en los hallazgos de Marshall Bermann en Todo lo sólido se desvanece en el aire y particularmente en el ensayo «San Petersburgo: El modernismo del subdesarrollo»: mientras se drena un pantano para construir una ciudad que emule a las capitales europeas solo en algunas de sus riquezas y no en sus libertades políticas e individuales, mientras se construye el Palacio de Invierno y se forman las colecciones de arte, Dostoievski edifica su obra literaria desde los los subsuelos de esa misma ciudad. 

 

«Nadie lo ha superado en esto: en verdad y en fuerza y en ese impalpable dominio del propio pulso para no desbocar el estilo y arrojarlo en brazos de la frágil y marchitable propaganda o en la más marchitable todavía sub-literatura. Baldomero Lillo es el cimiento, la capa subterránea más profunda desde la que está naciendo lentamente, tal vez demasiado lentamente, la gran literatura chilena. Trabajando abajo, en las tinieblas, hundido en el barro y en la sangre, como sus inolvidables héroes, él está buscando en silencio, como todo lo que perdura, nuevos derroteros para el arte literario chileno. Literariamente, Chile es una mina rica en yacimientos apenas sumariamente explotados y Baldomero Lillo el primer minero, el que señaló el derrotero y encontró la veta, el que descendió al infierno, el que cavó más hondo».

 

Carlos Droguett

 

 

«El énfasis de Lillo recae en la relación entre el individuo y una sociedad periférica donde la modernización de la revolución industrial ha instalado elocuentes polaridades […] [L]a acogida laudatoria de Sub terra indica la aparición de un nuevo tipo de actor cultural originario de las capas medias emergentes. Es un mediador que encuentra en el contenido ético de la noción de “intelectual” los rasgos fundamentales para definir su papel en la cultura chilena del siglo XX: ruptura con la función reproductora de las relaciones de poder y disponibilidad para una alianza con los sectores sociales que plantean cambios reformistas o revolucionarios en la sociedad».

Luis Bocaz

«Su talento es de narrador. No piensa en ideas; sino en imágenes. Su capacidad no fue discursiva […] Se apoyó en hechos para desarrollar sus creaciones, mas, su dolorida imaginación pesaba demasiado en su obra. Una secreta sabiduría le entrega, oportunamente, el detalle que sobrecoge y espeluzna. Narra sufrimientos y crueldades con palabras calientes, que laten […] Su prosa es lava ardiente. Veía las injusticias con cristal de aumento y clamaba contra todo con pasión, con arrebato. Su visión del mundo es más dolorida que la de nadie».

González Vera

 

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Ficha técnica

Género: Cuento
Editorial: Tajamar Editores
Año de edición: 2025
Dimensiones: 21 cm de alto 13.7 cm de ancho 1.4 cm grosor de lomo
Peso: 265 gr
N° Páginas: 204
ISBN: 978-956-366-039-5
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