En 1965, Mario Valenzuela —en ese momento consejero de la embajada de Chile en Buenos Aires— buscaba en el sótano del edificio antecedentes que pudieran servir para el pleito Palena-Río Encuentro, en curso en ese momento, cuando de golpe se encuentra con una carpeta rotulada «Alessandri, Correspondencia y Telegramas», que había permanecido allí por casi 70 años.
Se trataba de la correspondencia que el en ese entonces diputado Arturo Alessandri Palma había enviado al cónsul de Chile en la capital argentina, Carlos Henríquez Argomedo, durante los años 1908 y 1909. El joven diputado lazcanista pasaba en ese momento por severas dificultades económicas producto de especulaciones bursátiles que habían fracasado, e intentaba a como diera lugar rehacer su situación económica.
En la correspondencia contenida en la carpeta, se ven los intensos esfuerzos de Alessandri por hacer negocios que lo aliviaran, empeños que iban desde intentar tener el monopolio de la venta de salitre en Argentina, u obtener para un hombre cercano a él la concesión de una isla en el sur, o venderle a Argentina dos cruceros, hasta convertirse en empresario del espectáculo trayendo al país elencos operísticos.
Al mismo tiempo, se ve también al Alessandri político, opositor acérrimo en ese entonces al presidente Montt, y a través de sus actuaciones como tal se aprecian los vicios de la república parlamentaria.
Las cartas incluidas en forma íntegra en este volumen son un enorme aporte ya que iluminan aspectos del proceder de una de las figuras políticas centrales y de mayor complejidad del siglo XX, documentan vividamente los aspectos más destacados de su personalidad.
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