Sombras contra el muro es la tercera novela que Rojas publicó de la tetralogía Tiempo irremediable, aunque desde la cronología vital de Aniceto Hevia, álter ego del autor y protagonista del ciclo narrativo, es la segunda. En Sombras contra el muro Rojas continúa las experiencias del Aniceto Hevia de Hijo de ladrón para sumegirnos en el tiempo de su formación intelectual y política, enmarcada en el heteróclito medio anarquista del Santiago de los años veinte.
Esta versión ha sido compulsada y anotada por los académicos Fernando Moreno y María José Barros y prologada por el historiador Gabriel Salazar. Incluye también un Apéndice con distintos materiales que recrean la época, como correspondencia de Rojas con González Vera y un artículo de 1972 de Rojas sobre su experiencia como «apuntador» teatral, y un invaluable y completo glosario de personajes del investigador Jorge Guerra, ilustrado con fotografías.
«Manuel Rojas hace literatura con la vida, instancias ambas inseparables, por cuanto aquella nace de la experiencia y da cuenta de esta por medio de una entrega ética y estética en la que se vierte y reverbera un indisoluble sesgo político. Reaparece así la idea de que la escritura es la manifestación más explícita de las ansias por comprender al ser humano y su realidad, en un trabajo literario al que nuestro autor se entrega por entero, involucrando en el proceso creativo sus más acentuados convencimientos ideológicos y, además, la capacidad de la que dispone para escudriñar en los abismos más remotos del individuo y de su entorno».Fernando Moreno
«Nadie duda en Chile, actualmente, que el escritor Manuel Rojas ha sabido más que nadie registrar y revivir literariamente la “experiencia íntima del bajo pueblo” de comienzos del siglo XX. […] Rojas entrega un relato duro, grueso, cortante, implacable, sin respiros, de la superficialidad a ras de piel, y de la profundidad a ras de alma —si es que la hubiera— del ser humano que se hunde en la frontera misma, o en el fondo insondable del abismo, de la vida social». Gabriel Salazar
Prólogo de Gabriel Salazar
Portada de Mauricio Amster
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