La mañana debe seguir gris, primera novela de Silvia Molina, está pronta a llegar a los 50 años de ser leída por jóvenes y adultos, con lo que ha vendido más de 300.000 ejemplares
«En un medio literario donde lo más común es que las Lolitas (las muchachas, se entiende) no tengan voz, es de por sí interesante que la joven narradora que pasa una corta temporada en Londres, viviendo en la casa de una tía y enamorándose de un poeta mexicano, la tenga. Todavía más interesante resulta que la joven narradora utilice la poesía del muchacho (en sentido estricto: del exmuchacho) como una especie de muso inspirador, la pista de despegue, que, una vez recorrida a la velocidad adecuada, se convertirá en una cinta oscura en la lejanía terrestre. Entiéndase: son las letras de él las que dan inicio a cada capítulo, pero es la escritura de ella la que tiene la última palabra en cada apartado. Tal vez por eso la historia, que es una historia de amor más bien convencional para los integrantes de las clases medias, contiene sin embargo momentos más bien escasos en la literatura nacional. Casi todos ellos tienen que ver con el cuerpo. El cuerpo de ella».
Cristina Rivera Garza
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