Juan Emar: un escritor luminoso

La literatura de Juan Emar no es opaca ni dramática; por eso se destaca particularmente en la literatura nacional. Escribió libros con humor, fantasía y mucho surrealismo. Este es un recorrido por 4 de sus libros, que nos sirve a modo de introducción.

Juan Emar (pseudónimo de escritor para Álvaro Yáñez Bianchi) ha tenido un destino similar al de otros grandes artistas: su valoración resulta ser mayormente póstuma. Nacido en Santiago en 1893, su literatura ha recibido el continuo arribo de nuevos lectores. Probablemente incomprendido por sus contemporáneos, alejado del academicismo y la formalidad de la mayoría de los escritores de este lado del planeta, exhibe una prosa vanguardista -eventualmente influenciada por sus viajes a Europa-, cargada de imágenes que parecen salidas de sueños inconexos.

Entre sus obras más destacadas se encuentra el libro Diez, que corresponde a una selección de cuentos que sorprenden por su narrativa ingeniosa y lúdica, pero escondiendo siempre un misterio. El misticismo propio del autor se revela por cierta obsesión por los números, partiendo desde el nombre “Diez” hasta la configuración de los capítulos: cuatro animales, tres mujeres, dos sitios, un vicio. Algo así es lo que cita Pablo Brodsky en el prólogo de Tajamar Editores. La capacidad de Emar para jugar en los textos es sumamente llamativa. Puede sostener sus cavilaciones de una manera casi delirante, como sucede en el cuento “Maldito gato”, en donde describe paisajes y olores ficticios con gran detalle hasta llegar a la historia central.

Un año parece ser una colección de historias aparentemente inconexas, escritas en un diario el día primero de cada mes por el autor, un personaje sin parangón, que cuenta su vida en los 365 días más insólitos que podamos encontrar. Cada capítulo funciona por sí solo, pudiendo leerse como escenas individuales, con pocos -pero interesantes- puntos de encuentro entre sí. Uno de ellos es la obsesión del personaje con el número 14, que aparece presente en varios meses. Siguiendo esta línea, Un año se transforma en una novela bastante atípica, que conserva la misma poética “emariana” y cercana al surrealismo de sus otros textos.

Juan Emar trabajó para el diario La Nación, propiedad de su padre, escribiendo las Notas de arte, la cual fue su trinchera para acoger el vanguardismo, llegando a publicar en ella parte de Altazor, la gran obra de Vicente Huidobro. Otro poeta, Pablo Neruda, dirá de él “[…] aquí tenéis nuestro Kafka”, mientras que Jorge Teillier lo compara con Rabelais, al llamarlo “Escritor lúdico, de gratuidad desmesurada y rabelesiana”. Quizás estas comparaciones se hacen parte precisamente de su tono personal y extravagante, abiertamente subjetivo, de la creación de un universo literario propio, desconocido y con pocas referencias cercanas. Si nos quedamos con las palabras de Alejandro Jodorowsky, podemos decir “Ahí estaba el loco Juan Emar creando la verdadera prosa chilena. Hay que partir de él ahora, aunque nadie lo haya leído”.

Por Nelson Valdés. publicado en Vivaleer